Olvido Hormigos, es el caso que cambió el Código Penal sobre la difusión de vídeos sexuales sin consentimiento, la concejal, su video y su dimisión… nos sonaran estas palabras porque desde esta mañana nos levantábamos con esta noticia… ahora toca analizarlo y pensar en el trabajo que deben hacer los peritos, un trabajo de CiberInvestigación pura y dura.
La dimisión de Olvido Hormigos Carpio tras difundirse un video erótico en el que aparece ella, La exconcejala, fue víctima en 2012 de la difusión de un vídeo íntimo. El caso quedó impune, pero su repercusión fue determinante para cambiar la ley sobre este tipo de delitos…
La concejal del PSOE ha presentado su dimisión como edil esta mañana, el motivo se debe a cuestiones personales, o sea que el pueblo ya conocía de la existencia del vídeo en Internet, pero no se había propagado, pero ahora ya ha saltado a la luz pública…
No han tardado en aparecer opiniones, algunas muy a favor y otras muy en contra de la dimisión, para empezar, Esperanza Aguirre ha opinado sobre el asunto apoyando y dando su apoyo y diciendo que también se plantearía su dimisión como edil si se hiciera público sin su permiso un vídeo erótico protagonizado por ella misma.
Esto nos recuerda un poco a la emisión del [como muy bien indica Sergio] capítulo “The national anthem” de Black Mirror, una miniserie británica de 3 episodios emitida por el Channel 4, y creada por Charlie Brooker. Black Mirror
Black Mirror es un corto en el que se describe una situación más desarrollada que la actual, pero en a que las nuevas tecnologías giran en torno a una coacción personal-erótica sobre una relación política entre un grupo de terroristas y el secuestro público y retransmitido de la princesa británica…
Volviendo al tema de hoy… mi pregunta es si es motivo para que dimita una concejal cuando alguien se ha encargado de difundir y hacer público un contenido privado, es más íntimo… Desde mi punto de vista, cada uno puede hacer lo que considere obviamente no de forma púbica, porque para eso son personajes públicos, para que cuando se expongan lo hagan con rigor.
En este caso se trata de un atentado contra la intimidad, y muy probable que además se trate de un robo de contenido privado, y es más encima propagación no consentida. Ahora es el turno de los forenses digitales, que sigan el rastro y tiren de la manta de la ingeniería social para acabar dando con quien lo han encontrado y han hecho público.
Una vez más nos encontramos en el punto de encuentro entre la vulneración de la seguridad informática y la vulnerabilidad de nuestra privacidad y el atentado contra nuestra reputación personal, otra aplicación de la ciberinvestigación.